Carl Schmitt y el fin del Internacionalismo

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Este libro tiene origen en la actividad académica. Se reunieron para ello los contenidos de las clases y exposiciones realizados en el Doctorado en Ciencia Política (Universidad del Salvador) dictado a lo largo de los años 2006-2012.

 

También fueron incluidos materiales del dictado de la Licenciatura de Relaciones Internacionales, durante los meses de julio y septiembre del año 2009 en la Fundación Democracia de la Cámara de Diputados de la Nación.

  

Se trata de la presentación de un mismo problema con distintos abordajes. Los abordajes se vinculan con la crisis objetiva del internacionalismo en una perspectiva diacrónica. Empero, se ha preservando la singularidad de cada contexto.  

    

Se contemplan, sus formas institucionales, su visión de las relaciones entre los Estados y el fracaso de su utopía. Creemos que si el título de una obra es el pórtico de su contenido entonces el “fin del internacionalismo”, en diversos períodos y contextos desde el año 1917, responde a la línea.

Nuestro argumento relativiza el proverbial idealismo del Presidente Wilson. Sin duda fue un factor ideológico determinante de su acción y de su concepción de los asuntos mundiales.

 

El idealismo de principios y sus referencias axiológicas lo llevaron a creer que elevaban su pensamiento por encima de la política práctica. 

 

El contenido trata de la dialéctica entre la variante internacionalista y un orden alternativo centrado en el

dualismo jurídico y el realismo espacial.

 

Nos hemos referido al realismo espacial antes de ahora como una categoría que combina posición geográfica, territorialidad y capacidad de los Estados.

Para comprender la época de Carl Schmitt hasta el año 1945 importa conocer las ideas dominantes de la misma porque nos revelan su significado.

 

El significado de una época descansa en la dirección que toman de sus asuntos, sus equilibrios y sus conflictos. 

 

El jurista alemán entendió que de esa dirección podían inferirse dos consecuencias con el tiempo.

 

La primera consecuencia fue la aceleración de la técnica que ponía en tensión la realidad espacial y dinámica del Estado empujándolo sobre sus propios límites. 

 

La segunda consecuencia fue la transición desde el Estado territorial hacia un Gran Espacio cuya entidad política asumió la forma del Imperio.

 

El  primer caso se refiere a la transición de la “frontera” como línea de la soberanía. En el segundo caso Schmitt desarrolló el alcance de  la irradiación de su idea núcleo: la integración continental. 

 

La geopolítica que subyace al pensamiento del autor  nace de la profundidad de las grandes tendencias históricas.

    

El sistema internacional no es más que la interacción de los Estados en el curso de un avatar permanente de concentración, dispersión, acumulación y redistribución del poder. 

 

El límite que separa los asuntos internos y externos del Estado se estaba disipando. Pero estaba lejos de desaparecer en  la utopía de la unidad mundial. La interacción entre los Estados, 

tiene lugar en la línea de un continuo que se extiende entre la paz y la guerra, la cooperación y el conflicto, la fragmentación y la integración.

Los realistas consideran que la distribución de recursos (capacidades) de los Estados permite explicar su comportamiento relativo. Desde luego que esto incluye la participación en esquemas de cooperación o de alianzas.

Los realistas a diferencia del liberalismo ponen el énfasis en las consecuencias  antes que en las intenciones, en la singularidad antes que en las generalizaciones.

 

La pretensión de configurar el mundo según determinados principios implica buscar la homogeneidad por reducción de la diversidad. Se sobreentiende que principios y valores importan. 

 

No solo porque confieren direccionalidad y legitimación. Importan porque invocan una utopía como el internacionalismo para justificar las consecuencias de las decisiones tomadas. 

 

En  realidad no existen principios internacionales fuera de la proyección hegemónica o la influencia de poderosas unidades políticas cuyo sentido del orden, de la paz y del equilibrio invoca esos principios. En cada época, el orden internacional no nace de la actividad cooperativa de los Estados sino que es una derivación de las acciones auto interesadas de las grandes potencias.

 

La tradición realista considera que la “necesidad” y el “interés”, son motivaciones inherentes a las opciones de política exterior. Por ello, la necesidad se pondera como un efecto de la “estructura” y el “interés” como un incentivo de la acción.

Descripción

Carl Schmitt y el fin del Internacionalismo

Este libro tiene origen en la actividad académica. Se reunieron para ello los contenidos de las clases y exposiciones realizados en el Doctorado en Ciencia Política (Universidad del Salvador) dictado a lo largo de los años 2006-2012.

 

También fueron incluidos materiales del dictado de la Licenciatura de Relaciones Internacionales, durante los meses de julio y septiembre del año 2009 en la Fundación Democracia de la Cámara de Diputados de la Nación.

  

Se trata de la presentación de un mismo problema con distintos abordajes. Los abordajes se vinculan con la crisis objetiva del internacionalismo en una perspectiva diacrónica. Empero, se ha preservando la singularidad de cada contexto.  

    

Se contemplan, sus formas institucionales, su visión de las relaciones entre los Estados y el fracaso de su utopía. Creemos que si el título de una obra es el pórtico de su contenido entonces el “fin del internacionalismo”, en diversos períodos y contextos desde el año 1917, responde a la línea.

Nuestro argumento relativiza el proverbial idealismo del Presidente Wilson. Sin duda fue un factor ideológico determinante de su acción y de su concepción de los asuntos mundiales.

 

El idealismo de principios y sus referencias axiológicas lo llevaron a creer que elevaban su pensamiento por encima de la política práctica. 

 

El contenido trata de la dialéctica entre la variante internacionalista y un orden alternativo centrado en el

dualismo jurídico y el realismo espacial.

 

Nos hemos referido al realismo espacial antes de ahora como una categoría que combina posición geográfica, territorialidad y capacidad de los Estados.

Para comprender la época de Carl Schmitt hasta el año 1945 importa conocer las ideas dominantes de la misma porque nos revelan su significado.

 

El significado de una época descansa en la dirección que toman de sus asuntos, sus equilibrios y sus conflictos. 

 

El jurista alemán entendió que de esa dirección podían inferirse dos consecuencias con el tiempo.

 

La primera consecuencia fue la aceleración de la técnica que ponía en tensión la realidad espacial y dinámica del Estado empujándolo sobre sus propios límites. 

 

La segunda consecuencia fue la transición desde el Estado territorial hacia un Gran Espacio cuya entidad política asumió la forma del Imperio.

 

El  primer caso se refiere a la transición de la “frontera” como línea de la soberanía. En el segundo caso Schmitt desarrolló el alcance de  la irradiación de su idea núcleo: la integración continental. 

 

La geopolítica que subyace al pensamiento del autor  nace de la profundidad de las grandes tendencias históricas.

    

El sistema internacional no es más que la interacción de los Estados en el curso de un avatar permanente de concentración, dispersión, acumulación y redistribución del poder. 

 

El límite que separa los asuntos internos y externos del Estado se estaba disipando. Pero estaba lejos de desaparecer en  la utopía de la unidad mundial. La interacción entre los Estados, 

tiene lugar en la línea de un continuo que se extiende entre la paz y la guerra, la cooperación y el conflicto, la fragmentación y la integración.

Los realistas consideran que la distribución de recursos (capacidades) de los Estados permite explicar su comportamiento relativo. Desde luego que esto incluye la participación en esquemas de cooperación o de alianzas.

Los realistas a diferencia del liberalismo ponen el énfasis en las consecuencias  antes que en las intenciones, en la singularidad antes que en las generalizaciones.

 

La pretensión de configurar el mundo según determinados principios implica buscar la homogeneidad por reducción de la diversidad. Se sobreentiende que principios y valores importan. 

 

No solo porque confieren direccionalidad y legitimación. Importan porque invocan una utopía como el internacionalismo para justificar las consecuencias de las decisiones tomadas. 

 

En  realidad no existen principios internacionales fuera de la proyección hegemónica o la influencia de poderosas unidades políticas cuyo sentido del orden, de la paz y del equilibrio invoca esos principios. En cada época, el orden internacional no nace de la actividad cooperativa de los Estados sino que es una derivación de las acciones auto interesadas de las grandes potencias.

 

La tradición realista considera que la “necesidad” y el “interés”, son motivaciones inherentes a las opciones de política exterior. Por ello, la necesidad se pondera como un efecto de la “estructura” y el “interés” como un incentivo de la acción.

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